Con el pasar de los años aprendí a hablar. Aprendí a esconder esas verdades crudas que nadie quiere escuchar, en palabras más sutiles y cuidadas.
Pero cuando el día termina y me vienen los recuerdos de lo que me pasó, a veces me pregunto si alguien me habrá descubierto. Si en esas palabras antifaces se pudieron ver las verdaderas intenciones de mi discurso, mejor dicho… de mi cabeza. Por suerte no soy ninguna persona importante a quien le analicen cada palabra. Claramente: no resistiría ningún archivo.
Hoy descubrí, o le presté atención a una palabra clave: personaje.
Situación: mundo laboral. Personas involucradas: A hablando conmigo de B. Me dice: «Lo conociste a B?» y pone cara expectante. En ese momento se me cruzaron un sin fin de palabras, imágenes, recuerdos, degradaciones, burlas, maldades, y más que podrían describir a B. Pero no dije nada de todo eso. Si hubiera estado más desatenta, quizás podría haber arrancado la lista de pensamientos, pero la cara expectante me hizo ruido. Sonreí y respondí: «Sí… Es un personaje».
Cuando uno dice que alguien es un personaje, es una cuerda que afloja y deja libre para que el interlocutor tire, haga un nudo, o la deje ahí. Un personaje, puede significar que la persona me cayó súper bien y hasta me pareció simpática. Pero un personaje también puede funcionar para decir que pienso que es un papelón. Que me parece inseguro, cuando y con cosas no debería serlo. Que me da risa cómo se viste y el look que lleva. Que me molesta el olor espantoso que tiene cuando hace calor. Que no defino los sentimientos que me produce, pero que al final de cuentas, por momentos, después de pensar una sarta de improperios, creo que me cae bien y me resulta graciosamente simpático y amable.
La cuerda quedó floja, ahí. B la agarró y le hizo un nudito. No daba que yo siga agrandando el nudo, así que la charla quedó en la nada. Pero yo sí entendí a qué quiso llegar con su pregunta… o eso creo. Quizás quiero creer que no soy una mala persona por pensar esas cosas. Pero estoy segura que sí, que él estaba pensando alguna de la lista de mis pensamientos. Que su mirada expectante era sinónimo a mi sonrisita pícara a punto de decir la verdad.
Llegó el final del día. Me vienen los highlights de la jornada y me pregunto si me habrá descubierto. Así como yo creo haber descubierto las verdaderas intenciones de A cuando me preguntaba por B. ¿A, Habrá entendido la verdad de mis palabras? Mis ojos -traicioneros por honestos- me habrán abandonado en la cruzada de una mentira piadosa. Al fin de cuentas, a nadie le interesa la honestidad brutal. Así que espero que hoy no las haya descubierto. No sé mañana…
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