La traición del cuerpo.

20 Mar

No me da más el cuerpo. No sé en qué momento envejecí, pero lo hice.

El viernes nos juntamos con la banda (de a tres) en sesión extraordinaria para comer una picadita, tomar unos fernet y salir a bailar. Ésa, que era hasta hace no mucho tiempo la rutina de todos los fines de semana, ahora se planteaba como un programa raro. Psss… ya es cualquier cosa.

La noche estuvo genial, nos divertimos, nos bailamos todo y nos acostamos como a las 6 y media de la mañana. El sábado debutábamos con el equipo de fútbol en un amistoso. Estábamos todas bastante cansadas, ya que las que no habían estado la noche anterior en el boliche, habían ido a un casamiento. Pero gracias a las muchísimas ganas que teníamos todas de tener un buen partido, le pusimos mucha garra y a pesar de ser una rookies totales, sólo perdimos 1-0. Muy digno. Nos quedamos todas muy contentas y transformamos en la derrota, en un manojo de halagos de «lo bien que nos aguantamos el primer partido». Al final de cuentas, algunas nunca habían tocado una pelota de fútbol.

Un solazo de sábado, un día increíble, nos despedimos y cada una se fue a su casa.

Ya a la tardecita empezaron las consecuencias. Ese cansancio descomunal que antes sentía el domingo después de  haber salido jueves-viernes-sábado. Sí, pero esta vez había salido sólo el viernes. Es entendible, fue una semana agitada con muchos altibajos laborales que quizás me estresaron un poco. El estress cansa. Había planeado salir a comer y a tomar algo a la noche, pero después de haber aguantado toda la jornada con los ojos abiertos, me agarro la palma de la tardecita. Espero ser clara cuando digo que no me pude mover del sillón hasta las 11 de la noche. Lo que sería una salida a comer, se convirtió en pedir delivery de pizza. Lo que sería salir a tomar algo, se reemplazó con bajarme una botella de agua mineral de 2lt. Era la 1 am del domingo, y ya estaba durmiendo otra vez. La idea era aprovechar el último día del fin de semana.

Pero el domingo fue peor. Me desperté casi al medio día, agotada como si me hubiera pasado por encima el tsunami de Japón. Me duele todo. Y por todo, me refiero hasta esos músculos que no sabía ni que existían. Me duele bajar la escalera, ni hablar de subirla. Me duelen los brazos cuando me hago una colita en el pelo. Me duele la espalda como si hubiera cargado un piano. Me cuesta horrores estirar la pierna y elongar.

A pesar de haber dormido más que lo suficiente, más que lo recomendado por médicos, más de lo que duermen los bebés, estoy agotada.

No miento, antes salía dos, tres veces por fin de semana. Antes también jugaba al fútbol. Antes el cuerpo me aguantaba. No tardaba más de un par de hora en recomponerme de la noche anterior y ya estaba lista para encarar otra. Tengo 24, no 50. Hay algo que no anda bien. Definitivamente envejecí, pero no sé cuándo.

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2 respuestas hasta “La traición del cuerpo.”

  1. katiushka 20 marzo, 2011 a 8:46 pm #

    amiga estoy realmente sorpendida!!!! sabia de lo que sos capaz per estoo!! jajaaj
    felicitacionessssssssssssss

  2. Mera 22 marzo, 2011 a 12:42 pm #

    Totalmente compartido todo lo que decis… Pusiste en palabras lo frustrada que me siento con el poco aguante… Una genia! La máxima combinación posible hoy por hoy es Jueves y Sábado…

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