Una vez me enseñaron que las cosas no son ni buenas ni malas: son. No siempre es fácil llevar el dicho al hecho, pero trato… de verdad que trato. En esos momento que estoy por explotar, respiro hondo y digo: ES. Al fin y al cabo, el dicho tiene mucho de razón. Otro que aplico mucho y es similar, es el «Lo que sucede, conviene», pero mi mejor amiga dice que eso lo dice Isabel Macedo desde que Facundo Arana la dejó. Según su teoría «no le quedaba otra justificación que la compadezca lo suficiente para que un bombón como ese, bueno como el pan, la dejara». Pero mi amiga es un lobo disfrazado de cordero.
Tener un novio freelancero no es ni bueno ni malo, ES. En la teoría del colectivo imaginario, vemos a los freelanceros como los nuevos surfers del milenio. Te los imaginás haciendo Kitesurf todo el día, y cuando frena un poco el viento, saltan de la tabla para responder algunos llamados y cerrar negocios que caminan solos. Son el IT de las nuevas tecnologías y están a la vanguardia de todo. Se la pasan con un color increíble, porque «se escaparon un martes al río» y como estaban en el canalcito al fondo del San Antonio no tenían nada de señal y cuando vuelven a tierra escuchan el mensaje de que un cliente desespera trabajar con ellos para su próximo proyecto.
Pero la verdad es que, por más que peguen río, la vida del freelancero es otra. No es ni buena ni mala, ES.
Vamos por partes. Un novio freelancero no tiene problemas en desayunar con vos leyendo el diario tranquilísimo… por lo menos se mantiene informado. No hay peor que un hombre no sepa cuestiones de actualidad básicas. Es re lindo que se pueda disfrutar de la mañana juntos, aunque yo sea de pocas palabras a veces. Ahora… mejor no estar apurada, porque si tiene que bajar a abrir la puerta, hay que calcular que «el señor sin horario» tiene que pasar por el baño, bañarse, ponerse algo y arrancar el día. ¿Para qué va a correr? La mejor pregunta es: ¿por qué no me abrís antes de hacer todo eso!!?? (y él responde que no tuviera ese problema sino me habría olvidado mi juego de llaves). #TEMATO
No vamos a ser injustas, porque lo bueno de un novio freelancero es que es re compañero. Ojo: tiene que ser compañero por sí mismo, el freelancerismo no asegura el compañerismo. Pero lo bueno es que si mi auto no arranca a la mañana porque me olvidé de hacerle el cambio de aceite, el buen novio sin horarios me viene a buscar a casa para llevarme al trabajo. O me busca en el trabajo para almorzar juntos. Ven, no siempre hay que mirar el lado negativo. #TEAMO
Hay parte de envidia en todo esto, porque después de almorzar, cuando llega ese momento en que el cuerpo deja de responder y una sólo puede pensar en las ganas de estar en el sillón teniendo una buena siesta seguramente, mi novio freelance, lo esté haciendo. Pero no es un tema sólo de envidia. Porque cuando llego agotada a la tarde, después del trabajo, el novio freelance tiene todas las pilas habidas y por haber. Y claro, con una siesta Catamarqueña como la que tuvo él, aguantaríamos todos. Y se enoja porque estoy cansada. Y consigo la tregua de que me deje dormir media horita, así me despierto fresca como una lechuga. Y entonces mientras ahora a mí me toca la siesta, él trabaja. O el trabaja cuando todo el mundo duerme y duerme cuando todo el mundo trabaja. (Casi zafas pero) #TEMATO .
¿Es sólo una cuestión de horarios?
Mmm. No sé. Porque trabajar, trabaja. Seguramente efectivamente mucho más que yo. Pero hay algo de esto que me genera un doble sentimiento. ¿Te amo o te mato? Sí, te amo: me encanta que tengas un trabajo así. Sí, te mato: me gustaría que vos y tus horarios fueran un poco más «normales». Pero después quizás me quejaría de que se convirtiera en un workaholic sin tiempo para nada. Mejor quedémonos donde estamos.
Yo pensaba que era una loca con este tema, pero ayer me topé con dos chicas que viven lo mismo y me di cuenta que no estoy ni loca ni sola. Que no es ni bueno ni malo, y que mientras ES, me la voy a pasar entre que te amo y te mato.
A la marchanta 
BRILLIANT!!!!!!