Un corte no es fácil para ninguna de las dos partes. El que deja, si la relación fue más o menos sana y normal, siente la culpa de estar terminando con el otro -que muchas veces- no dio los motivos suficientes como para ser abandonado. El que es dejado, sufre el desamor y el golpe al ego narcisista teniendo que entender que el otro simplemente ya no quiere estar con uno.
Aunque parezca, volver a las pistas no es cosa fácil. Acostumbrada a hacer programas de novia, esos que generalmente se relacionan con todo lo que es comer y mirar películas, @amiga, quien después de estar varios meses intentando cortar con su novio, conoció a un alguien. No era el primero que conocía desde la primera vez que «cortó» con su ex, pero fue el único que logró llamar su atención un poquito más que el resto. Así fue que en un preboliche -que se dio por casualidad- empezó a hablar con un chico de este grupo nuevo. Al principio no le atrajo lo físico. Al principio no le atrajo nada. Pero sin querer, se encontró que eran las 5 de la mañana y ella seguía chocha de la vida charlando con el chico.
Programa va, programa viene, y por cosa de tres semanas, los dos grupos de amigos, el de las chicas y el de los chicos, «se pusieron de moda». Generalmente los grupos se ponen de moda en lo que es toda la previa, hasta que se forman las parejitas. Algunos no pasan de un beso, algunos siguen y se enamoran, y entre algunos no pasa nada. Pero mientras todo el histeriqueo previo sucede, el grupo «es el grupo de moda» del momento.
Que hacemos un pre boliche, que nos juntamos en la casa de alguien para disfrutar del sol a la pileta, que vamos todos a una fiesta, que uno cumple años, que patapím patapám el grupo de moda parece que está divertidísimo.
@Amiga sigue chocha con el chico. No sabe bien qué busca. No está segura de querer enamorarse YA. Pero con el chico la pasa bien, se charlan bastante, se mensajean por BBM, se ven grupalmente e intentan hacerse un ratito para estar solos. Pasan las semanas, y el chico la invita a salir. Solos. Una date como Dios manda.
Ella se pregunta si quiere avanzar y si está lista para realmente dejar a su ex atrás. Ya cortaron, eso ya lo sabe. Pero en el fondo le cuesta acostumbrarse a la idea de ver a gente nueva. Pero el chico anda bien. Se porta como un caballero y la hace divertir. Finalmente, final mente, f i n a l m e n t e, después de varias salidas, @amiga decide dar un paso más con el chico. Ya habían habido varios approaches antes, pero el sábado concretan. Ella muy tímida, acepta que la pasó bien y que por más raro que haya sido, estuvo bien. Él, la hizo sentir muy bien y portó como un caballero con todo lo que eso implica.
¡Cumple años uno del grupo, HAY FIESTA! Genial, qué divertido. Este grupo de moda nos vino bárbaro porque con esta época de calorcito está bueno tener programas diferentes y divertidos para hacer. @Amiga estaba contenta, tímida pero interesada. El chico se le acerca a saludar, le baila, le habla, muy cariñoso y atento se lo ve. «¡Se lo ve a full a él!» dicen las chicas.
La noche sigue y el chico se pone raro. Ya la fiesta había empezado hace rato y el efecto caipirinha-fernet logra un batido importante, pero @amiga siempre digna. Quizás un poco más suelta y relajada, pero always standing. Él no. De pie, claro, si eso hace falta aclarar, pero no más suelto y claramente, no más relajado. Iba, venía. Cuando venía, bailaba. Cuando se iba, no se lo veía. Algo raro empieza a pasar. Algo que solo @amiga se da cuenta.
Viene otro del grupo de moda y ella le pregunta por el chico. Entre las copas de más y la música del parlante que hace a uno gritar él le responde: «Y, bueno… vos te buscaste al canchero.» Ella des-en-ten-di-da. («¿Canchero? ¿Cuándo fue canchero? Jamás creí que eso era canchero», fue lo primero que se dijo a sí misma.) –¿De qué me estás hablando? Pasito va, pasito viene, él sigue: «Pasa que vino la mina con la que está saliendo, y bueno… se le complicó.»
OK FRENEMOS. ¡¿QUÉ?!
El #FAIL de la semana goes to… La cara de @amiga se transformó. Sintió que no podía reclamar mucho (aunque yo lo hubiera encarado de una) se conocían hace algunas semanas, algo así como un mes, quizás la historia venía de antes, pensó. No era el momento para hacer una escena, así que siguió bailando, careteándola a más no poder cada vez que él se acercaba a hacerse el simpático, y ella mordiéndose los labios para no decirle… todas esas cosas que le diría pero que en este momento no tenía idea de cómo decir, ni qué decir, ni si podía decir, ni que /%%&#$%$». Las chicas amagan con irse, saludan y todo, pero por esas cosas vuelven a la fiesta. No habían pasado ni 5 minutos, que el chico estaba bailando acarameladamente abrazado a la otra. @Amiga en vez encarar, o de dar media vuelta e irse con el sol mientras muera la tarde, se quedó. No estoy segura si él la vio o no.
Me llamó anonadada al día siguiente y me dice: «Tengo una historia que es para tu blog, no la vas a poder creer.» Me cuenta el cuento y lo primero que le digo es «¿Cómo no le dijiste que ESAS COSAS SE AVISAN!?» Por ahí no da para hacer una escena. Quizás no, aunque hace un mes que la viene laburando. Por ahí es verdad que la historia es anterior a cuando ellos se conocieron, y que la salida con la otra no es tan formal. Pero justamente, él debería avisar una situación así. Y claro, ella preguntar.
El cuento me hizo acordar a la cantidad de papanatas con los que salí, más por aburrida que por otra cosa, por los que no daba un peñique y terminaban haciéndose los espléndidos conmigo, ninguneándome como la mejor, cuando en realidad no eran más que un blef. Punto y aparte, algún día me desquitaré y les contaré.
La cosa es que al día siguiente de la fiesta se vieron, y en vez de ella encararlo y decirle «Hello, ¿¡qué fue eso?!» ella se apichonó y optó por jugarla de mala onda. Se guardó toda la bronca adentro por miedo a quedar mal si enfrentaba la situación. Ya le dije, que la próxima que tenga oportunidad (no que salte con el tema como una loca) que le diga… que sea como sea la situación, ¡esas cosas se avisan!
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