No es una metáfora. No es en chiste. Literalmente, apesto.
El miércoles quise hacerle una sorpresa a meu namorado porque cumplimos dos años. Como la semana pasada estuvimos muy complicados, lo hicimos esta. Él odia el karaoke, así que después de aguantar varios días diciéndole que era una sorpresa y no le iba a contar, el lunes le terminé confesando que lo llevaba a un karaoke. Para qué. Creo que desde ese momento hasta el miércoles mismo, estuvo a punto de cortarme varias veces. Obvio que no era ese el programa.
El programa era ir a una clase de cocina, en un lugar divino de San Isidro, donde al finalizar la clase uno se podía quedar a comer lo que cocinó. Un plan redondo para él que le encanta cocinar y que muere porque yo lo haga. (Yo la estiro diciendo que hasta no firmar los papeles no cocino ni una salchicha). Él ya estaba chocho que lo del karaoke había sido un chiste.
El programa era perfecto, pero tuvo dos grandes #FAILs. El primero fue cuando -yo entusiasmada y con delantal puesto- pregunto si me tengo que sacar unas pulseras que llevaba. «No, es teórico» me respondió. A lo que mi oído juguetón escuchó: «No, ésta parte es teórica, te las podés sacar después cuando venga la parte práctica y cocines, no te preocupes que vas a tener tiempo de acomodarte». Patapúm, fiasco total. Claro que todo lo que yo había entendido no entraba en la cantidad de letras del «NO,-ES-TEORICO».
Era realmente una clase teórica y en el único momento donde estuve cerca a un ingrediente de la receta fue cuando me hizo levantarme, pasar al frente y cortar una cebolla al estilo… me olvidé. Como soy una ñoña total, creo que me auto aplaudí cuando me felicitó por el don innato que mostré en la hazaña.
El segundo #FAIL fue preparando una mermelada de cebollas para la entrada. Todo venía divino, salvo por el fiasco de no cocinar y el chiflete que me entraba de costado por la ventana de la puerta que daba al patio trasero. Venía divino hasta que así como quien dice la cosa, agarra un ajo y con total naturalidad lo aplasta y agrega al menjunje. «Es para darle un poco de sabor».
Como los otros alumnos -que van siempre- ya se habían burlado de una chica que había venido unas clases atrás, porque no comía choclo y pidió que lo eliminen del menú, no me animé a decirles que por más que el ajo me encante no lo tolero porque me queda impregnado por días. Me callé, me la aguanté y me dije a mi misma que era un regalo para @novio y que era su oportunidad de comer ajo sin que yo me queje.
Comimos como los dioses. La verdad que estuvo genial mi idea. Me aplaudo con cascabeles. Pero apesto.
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Entro al auto y siento un olor raro. Debe ser el encierro y la humedad de estos días. O que tengo que lavarlo, pero va a llover el fin de semana, así que ya le dije a Nicolás (el lava autos del barrio) que pase el lunes. A mitad de día en el trabajo, viene un hedor. Debió haber sido una ráfaga. Trabajar con muchos hombres entrena a una a poder anular los olores. Voy manejando y huelo algo feo. Debe ser de afuera. Quizás estén revolviendo otra vez el basural y el olor llegue hasta acá.
Qué molesto tener tan buen olfato.
Hoy a la mañana viene mamá a la mañana a mi cuarto a robarme mi impermeable beige. Le quedaba divino con lo que tenía puesto. La lluvia era recién un augurio para la tarde noche, así que ni me preocupé. Salí en mini y ojotas (si, en mi trabajo puedo ir vestida así). De última tengo dos paraguas en el auto.
A mitad de la tarde tuve que buscar en el auto unas medias porque me estaba congelando. (Otro día escribo las cosas que pueden encontrar en mi auto, tal como lo hice con mi cartera). Ojotas havaianas hill con medias. Mi look era uno de los menos deseables, lo dejo a su criterio. Parecía Doña Clotilde en su peor versión, con la humedad del día, imagínense mis pelos.
Vuelvo a casa, arreglo con las chicas para ir a comer afuera, veo que mamá me dejó el impermeable en mi cuarto y me lo pongo para salir… (total hace calor y es mas un accesorio que un abrigo, casi no lo pensaba usar). Voy a despedirme y le pregunto si había comido frituras o algo así… el impermeable tenía olor a comida y me lo saco.
Me dice que no, que comió en un restaurant pero se pidió una ensalada. Cuando me acerco a despedirme me dice: «¡Sos vos! Tenés olor a ajo». Rápidamente hice cálculos en mi cabeza, era imposible. Jamás como ajo.
Inmediatamente se me vino a la cabeza la imagen de la chef apretando con fuerza el ajo contra la mesa con una cuchilla bien grande, agarrarlo y meterlo en la cacerola. Todo era en cámara lenta, como en las películas. La veía girar despacio y tirar el diente de ajo entre las cebollas bañadas en vino tinto mientras en mi película me miraba y detrás de esos ojos podía ver cómo se reía como una malvada en un largo «jó jó vas a apestar». La veía revolver y la escuchaba «¿Ves?, tienen que estar bien violetas» otra vez con esa vocecita de divina.
Maldita chef y su ajo y su clase falsa de cocina y el olor que tengo encima hace tres días. Y qué vergüenza por la gente que debió haberse dado cuenta que apestaba y no me lo dijo. #FAIL#FAIL#FAIL
ahhhhhhhhhh, ahora caigo de dónde era ese olor, mirá vos!