Que las mujeres nos enamoremos desde el día uno de nuestras vidas, es culpa de las mujeres, y de la cultura (o de Walt Disney). Lo primero que nos cuentan son cuentos de princesas donde la sirena se enamora del marinero y viven felices por siempre cantando en la playa. O donde la bibliotecaria nerd -que también canta- se enamora de una bestia que resulta ser un príncipe re buen mozo que (gracias a la justicia divina) lo transformaron en eso por ser un mal humorado y mal tratador, pero después aprende y es un completo bombón.
Que las mujeres seamos tan insoportables, es un horror y un error de no buscar actividades e intereses que nos saquen la cabeza a cosas más activas más que esperar EL llamado. Que dediquemos tiempo y lágrimas en actos errados de relaciones, es inevitable. Pero que excusemos a los hombres, es culpa nuestra.
Que no me llama porque está en una reunión. Que salía con sus amigos. Que está en la cancha. Que tiene mucho trabajo. Que fue a comer a lo de su mamá. Que perdió el teléfono, se quedó sin batería y no se acordaba mi número. Que no nos vemos porque salió tardísimo del trabajo y está muerto. Que muere por verme, pero no tiene un minuto. Que no tiene ni un minuto para él. Que no tiene ni un minuto ni para sus amigos. Que no puede ni ir al gimnasio. Que tuvo que cancelar fútbol. Que no me podía venir a buscar porque no tenía el auto. Que me llamó el viernes a las 4 de la mañana porque estaba en un cumpleaños que no podía evitar y quería que nos viéramos después del boliche. Que el viernes tiene un cumpleaños. Que por eso no nos podemos ver. Que el sábado tiene un plan que viene organizando hace meses. Que arregló con los chicos para jugar a la Play Statios. Que hablamos el domingo.
O peor… el consuelo hipócrita de amigas: Seguro que no te llama porque acaba de cortar con su novia y todavía está «acomodándose». No te invita a salir porque es tímido. Olvidate, está muerto con vos, por eso se hace el difícil. Seguro apagó el teléfono para no tentarse y mandarte un texto. Seguro te quiere pero no se dio cuenta todavía.
La verdad es que las mujeres nos llenamos de excusas. Excusamos a los hombres para sostener relaciones que no tienen futuro, porque la triste realidad que nosotras no queremos ver, es que los hombres no tienen excusas: si un hombre está interesado no hay nada, pero nada en el mundo, que lo frene para mandarte un texto, llamarte, o invitarte a salir. Salen antes del trabajo, faltan al asado con los amigos, se escapan antes del cumpleaños y se van directo al salir de la cancha a buscarte (y sí, tampoco exageremos, el fútbol es el fútbol).
Pero las mujeres estamos TAN llenas de hipocresía que no somos capaces de ver esto con claridad, y mucho menos, aclararle el panorama a alguna amiga que esté sufriendo alguna de esas trampillas que hacen los varones para borrarse con la menor culpa posible. Quizás lo vemos, pero muchas veces nos cuesta decirlo. JAMÁS creo haber escuchado a una mujer decirle a su amiga un simple: «He’s just not that into you» (gran película, se las recomiendo a todas las mujeres), hasta me cuesta escribirlo. Acá va: «No le interesás, bancatela, a todos nos patean.» ¡Los hombres son tanto más simples en esto!
Las mujeres deberíamos dejar de excusar para sentirnos menos mal, al fin y al cabo, si EL no tiene que ser, no va a ser por más excusas y barbaridades que le permitamos. Mejor dejarlos ir antes que tarde. Por suerte el que viene, va a ser mejor que el anterior, según las palabras sabias de mi @madre.
Yo sé que es difícil. Estando en una situación así, sé que no voy a poder decirlo. Pero es porque no estamos acostumbradas a que nuestro círculo más íntimo nos tire la posta de esta manera. Aparte con la locura generalizada que tienen los hombres hoy en día, puede que en cuatro días empiece a taladrar a mi amiga otra vez por BBM, se de cuenta de lo que se está perdiendo, quiera revertir las cosas, la invite a salir, le diga todas esas cosas lindas que no le dijo en el año que llevan juntos, sea cariñoso y atento y se vuelva a comportar como el príncipe que estaba encerrado dentro de la bestia.
Más le vale que le dure.
Creo que la única que nos queda es seguir con nuestra forma, total al fin de cuentas, en el fondo, todas sabemos cuando una amiga nos está diciendo la peor verdad disfrazada de bacalao.