¡Hip Hip Hurra!

Me acuerdo el primer día. Era marzo y yo había llevado una musculosa blanca con algo escrito en negro. Raro, porque siempre odié las remeras escritas para las mujeres. Me acuerdo también del último. Cinco años más tarde, habiendo pasado por dos «especializaciones» distintas, dos grupos diferentes que gracias a eso, terminé conociendo un montón de gente con la que me hice muy amiga. 56 materias, un sólo aplazo, un sólo 10, un promedio general promedio, y un último final para dar. Sabía que no quería sufrir el último día, así que sólo tenía que ir a defender mi trabajo estilo tésis que ya estaba aprobado. Huevos y harina asegurados para esa mañana de diciembre.

Después de varios meses de trámites, hoy fui a buscar el título de Licenciada. Siempre me molestó la palabra licenciada, pero mucho, mucho peor me cae la palabra colación, es algo realmente espantoso. También me molesta mucho la gente que se pone el «Lic.» antes del nick de Messenger. Y mucho más me molesta quienes se lo dejan por meses y meses. Un rato está bien, ya después caduca.

Llego a mesa de entrada y se lo pedí al chico que atendía. Por supuesto todas caras nuevas. Caras y paredes… parece que estuvieron decorando un poco esas oficinas. Me encontré con viejos profesores que me saludaron con la buena onda de siempre, y me encontré con uno de los karmas de mi carrera: ahí estaba ella con su cara de piedra, amarga como siempre y me volvieron todos los sentimientos de odio que alguna vez tuve hacia la Chechu. Una lástima que no me crucé con Martín.

Las chicas que trabajaban en mesa de entrada agarraron sus cosas y encararon la puerta para ir a comer. Ya no quedaba casi nadie en la oficina y menos en el pasillo. Y el chico seguía sin aparecer. Algo me había dicho, algo como que con los cambios en las oficinas habían cambiado también el lugar de las cosas y él no sabía dónde habían metido los títulos. Afuera me esperaban para sacarme la foto. Me perdí la colación, así que hoy era para mí «la entrega de diploma». Justo cuando me empezó a agarrar nervios por la no aparición del chico, lo vi acercarse. Título y analítico. Firmé dos libros de actas y mis cuatro (o cinco) años de universidad de dieron formalmente por terminados.

Una etapa más terminó. Fue increíble, altamente recomendable y si pudiera, la volvería a vivir. Por mucha lástima que me de, hoy estoy contenta. Hoy me doy permiso y me hago llamar Licenciada Ianqui… aunque sigue sin gustarme.

¡Aplausos y cascabeles para mí!!!!

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