Más adelante voy a contarles lo que creo de tener 25 años. Hoy sólo voy a escribir de la presión que me causan.
Todavía no llegué, todavía tengo 24. Pero para redondear siempre solemos hacerlo a los números más generales: las horas en punto, las y media, los 20, y en este caso los 25. De todas formas, mi inconsciente de vez en cuando se hace el piola y tira un «tengo 23» o «22» cuando estoy en un día medio desbolada. La realidad es que los 25 están más cerca que cualquiera de esas edades, y sin querer-queriendo traen cierta presión.
Las mayores culpables son mis amigas y mi conciencia. Mis amigas insisten en salir los viernes (y acostarse a horarios infinitos) y mi conciencia insiste en no poder rechazarles. Pero salir un viernes, a mi me significa lo mismo que a cualquier persona le es salir un jueves. Claramente el cuerpo ya no me da más para empezar el fin de semana el jueves.
Mi viernes lo empiezo cansada, porque ya pasó toda una semana de altibajos y electroshocks laborales. Lo empiezo lo más temprano posible, porque los jueves me quedo mirando los capítulo estreno de Dr. House (ya lo sé, cambié la rotation del jueves por quedarme en pijamas mirando tv, loser total: se llama vejez) y después me engancho o con alguna serie o una que otra película. Los viernes los arranco como puedo, sabiendo que en el trabajo me espera el peor día de la semana. El peor, pero igualito al miércoles. Y cada vez más parecido al lunes, martes y jueves. Pero el viernes ya no tengo fuerzas. Carezco de fuerzas y encima terminamos tarde. Terminamos tarde y trabajamos todo el día con la presión de que la semana se termina y los objetivos tienen que ser completados.
El viernes después del trabajo, llego a casa y en lo único que puedo pensar es en la gran siesta que me espera. Pero nunca llega. Lo que llegan son los llamados, textos, mensajes por chat, por WhatsApp, o cualquier otro medio, que buscan no sólo la confirmación sino la planificación de lo que será la salida del viernes. Porque los viernes se salen. No importa cuán temprano me tenga que despertar el sábado. Los viernes se salen y no me puedo quejar porque tengo 25 (o casi).
«Sali temprano de tu casa, no te cuelgues haciendo cosas. Llega temprano que tenemos que queremos ir temprano a la fiesta.» Ese es el speech clavado de mi mejor amiga y compañera infalible. Saben que soy vueltera y que me encanta estar en casa, pero saben que no cancelo y que si se trata de juntarme con amigas, no voy a fallarla, por más que el programa sea el bodrio más grande del universo.
Pero estoy cansada. Realmente cansada. Lo que más feliz me haría en el mundo, es tomarme una sopita de municiones en pijama y encontrar una buena película. Pero ahí llega la conciencia. Esa que me recuerda a gritos que tengo casi 25 y que no puedo ser tan abuela. Esa que me recuerda lo mucho que salía hasta «hace no tanto», cuando en las mejores épocas arrancaba la gira el jueves y seguía de corrido hasta el sábado. Esa que me recuerda lo mucho que me divierto cuando salgo y lo mucho que me voy a arrepentir mañana cuando escuche los cuentos de anoche si no lo hago. La misma que se olvida que vuelvo manejando reventada y el sábado levantarme para la seguidilla de deportes se me hace tan imposible como querer levantar un iceberg de plomo con el pulgar.
Heme aquí. Recibiendo recordatorios de horario (que tengo que ser más puntual que de costumbre, aunque nunca lograrán que llegue antes de las 12 al encuentro), recibiendo coordinadas de destino, y lidiando con los bostezos y la cama que susurra mi nombre haciéndose la despistada.
Heme aquí, con unas ojeras color petróleo que mágicamente desaparecerán gracias a los grandes esfuerzos de Lancome, con los vestidos que se ríen del frío que voy a pasar hoy al usar a quien salga selecto, y con la conciencia recordándome que es viernes, que tengo 24 y que tengo un grupo de amigas geniales con las que salir a divertirme. Para dormir están los 80… si es que a este ritmo llego.
Hace un tiempo estaba igual… El lema de mi vida era «ya no tengo 20».. Ahora volví a las salidas desde los Miercoles. Es un vicio y la soltería tiene una influencia enorme
soy tu fan..ppppprrrrrr. A mi tmp me da el cuerpo, ya desde hace rato. A lo mejor me junto y dsps casi no salgo. Empiezan las fiestas de novias de amigos, q son malísimas pero que fuerza le ponemos, hasta parece q somos jodones. A mi no salir no me cambia, no encuentro, salvo honrosas excepciones un buen lugar. Y ya voy por los 28, pese a todo, a veces se me da por salir. No hay q perder chamuyo pese a estar en pareja, y una cosa más…conciencia y cuerpo van de la mano. Si el cuerpo duerme, la conciencia tmb. Slds.
tenes toda la razon del mundo
los 25 años es mucho mas de lo q parece
es una edad clave para hacer un balance de la vida y temo por eso
quiero llegar a esa edad, hacer un analisis de mi vida y estar BIEN
no da llegar a los 25 diciendo: hace 2 meses q no salgo un viernes….