No aguanto más. Esto de que las tardes de otoño lleguen a tener 30 grados, no da. No da cuando hace una semana y media que me toca usar jeans, calzas, o cualquier prenda que pueda esconder los pelos que a esta altura… ya no son ni amigables ni simpáticos.
Jamás cumplo con el dentista, todavía no fui a reclamar mi ciudadanía italiana, después de 10 meses de haberlo gestionado, sigo sin título de la Universidad. Lo único que cumplo a rajatabla todos los meses es depilarme. Soy como Sofi Zámolo con sus tratamientos de belleza (que hace todos los días), menos depilarse porque lo hace una vez por mes con esas tiritas que te sirven sólo si sos lampiña. Claro que mi caso no es como el de esta agraciada chica: 30 días más tarde mi vida es un infierno, más aún si son las 3 pm y el sol no entendió que el verano se viene para el otro hemisferio.
Ya no tengo más ideas para armar conjuntitos de media estación mentirosa. Ya probé con jeans, calzas, en zapatillas, con tacos, ojotas, chatitas. Ya probé con todo, pero a la mañana es una estación del año y a la tarde, otra. Ni hablar si tengo que vestirme para trabajar todo el día y después salir a tomar algo a la noche. Ahí directamente me llevo un bolso con cuatro mudas.
Por suerte hoy a las 18.30 tengo turno. No veo la hora de llegar y que me agarre Yani. Me encanta porque no me habla y no me hace hablar. Ya sabe cómo me gusta y no tengo que estar pendiente de avisarle … ¡QUE AHÍ NOOOO! No veo la hora de salir de ahí y sentirme otra vez mujer. Otra vez digna. Otra vez persona.
Para celebrar, mañana vuelvo a los cortos. No puedo concentrarme en el trabajo pensando con qué remerita voy a combinar los shorts. ¿O me pongo la pollera? ¡Tengo ganas de estrenar todo junto! Mi hermano me trajo unas cosas que me compré online afuera, y lo único que me separa de esos shorts divinos son las consecuencias de no depilarme al método Zámolo. No aguanto más: mañana vuelvo a los cortos.
A la marchanta 
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