Nunca se alcanza.

22 Feb

Logré sacarle al lunes las excusas e ir al gimnasio. Si bien pago todos los meses, desde diciembre que no iba. Pero hoy fui. Muy cansada y con ganas de irme a casa a leer, escribir, o hacer cosas varias, puse todo el esfuerzo del mundo y me mentalicé para ir directo del trabajo. Por suerte me desperté esta mañana con voluntad y preparé el bolso para eliminar una de las excusas de la lista.

Contenta de volver a esa rutina saludable, me fijé si había alguna de esas clases llamadas «Mortal Combat» o «Kung Fu Panda» pero ninguna de las que conocía estaban hoy. Debo confesar que las odio. Si bien el «profe» le pone garra y trata de motivarnos, yo me siento una ridícula golpeando al aire y pierdo el paso cada dos por tres. Termino sintiéndome lo más humillada que podría estar… y sólo yo soy la culpable de estar ahí!

No encontré ninguna clase acorde a mis ganas, así que decidí arrancar aislada de todo contacto social con un poco de caminata para «cumplir con el rato aeróbico». ¡Al fin! Tenía un buen ritmo, mantenía la respiración controlada… definitivamente, estaba de vuelta. Empecé a fantasear con la rutina que me haría quedar como la niña Loly o sus amiguitas, con esas panzas chatas y colas altas. Hay que prevenir en vez de curar y uno de los objetivos del año es «estar fit fit». Mi vuelo mental me motivaba mientras la máquina marcaba unos míseros 8:40 desde que empezó mi rutina. Pero no importó. Siempre los primeros 10 minutos cuestan y después uno entra en ritmo.

Se hicieron las 18 hs. y empezó la clase a dos máquinas de distancia y con un enorme vidrio separándonos. Nota mental: chequear a ver si la clase está buena para hacerla la próxima visita al gym. Me distraje con una peli que estaba en la tv de la pared, y al rato vuelvo a mirar la clase.

Ahí estaban. Todas levantando pesas mientras hacían sentadillas. Marcadas. Con patitas de teros bien marcadas. Con colas altas y bien puestas. ¿Y yo? Pobre ilusa. Yo feliz por estar caminando en la cinta como si tuviera 80 años. Por que ni correr puedo con una rodilla rota. Ese ejército mezcla rubias y castañas, concentradísimas en lo que hacían y arruinando mis ilusiones y el orgullo que había logrado con el auto-bombo que me hice gracias a unos pobres minutos de caminata.

Me di cuenta que nunca se alcanza. Siempre hay más y mejor. ¿Cómo no caer en la depresión de identificarse como una mediocre?

No soy extremista. Pero pasa siempre. Te compras la última compu, y cuando te la entregan ya es vieja, porque justo Steve Jobs acaba de terminar su conferencia de prensa anunciando el nuevo modelo súper. Ni hablar con los teléfonos. Que el iPhone, que ahora la BlackBerry, pero que ahora el iPhone 4, y en breve el 4X. «Que, ¿no tenés BBMessenger?»

Lo mismo con el trabajo. Buscar trabajo me hace sentir como si estuviera aplicando a la NASA sólo con el título del colegio. «Buscamos jóvenes recién graduados, que tengan experiencia no menor a 5 años en puestos similares» -¡hace 5 años no había ni cumplido la mayoría de edad!

No sé si es la solución. Pero terminado mi rato de caminata, me interné haciendo abdominales y ejercicios para la cola. Esa castaña agraciada no me va a tirar para atrás.

 

PD. Mañana igual ya cambié gym por cine. #FAIL

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